Maltratados

Desde la última huelga convocada por Metges de Catalunya (MC) el pasado mes de noviembre, el sindicato ha desarrollado una intensa actividad para sensibilizar a los grupos parlamentarios sobre la necesidad de priorizar la sanidad en los nuevos presupuestos de la Generalitat para 2012, por encima de otros ámbitos de la Administración, donde los recortes tienen una menor repercusión en las personas.

Desgraciadamente, el Parlament ha dado luz verde a unos presupuestos restrictivos que recortan un 11% la partida sanitaria, en comparación con el gasto real del año pasado. Esta rebaja se suma a la de 2011 y, por lo tanto, hay que prever un descenso de efectivos y de recursos materiales y técnicos que, indefectiblemente, repercutirá en la calidad asistencial, a pesar de que el Departament de Salut quiere concentrar buena parte del ahorro en el recorte de los salarios de los médicos.

Esta obsesión por guillotinar las retribuciones de los facultativos evidencia el maltrato institucional al que Salut somete a sus médicos cada vez que tiene que reducir el gasto. Si no bastaba con los recortes salariales acumulados hasta el 2011 (rebaja del 5% del sueldo, pérdida de masa salarial con la disminución del número de guardias, contratos de jornada parcial, etc.), ahora hay que añadir el nuevo recorte del 3% de los sueldos de los empleados públicos de la Generalitat y el incremento de retención del IRPF, decretado por el gobierno central.

En el caso de los médicos del Institut Català de la Salut (ICS), el Govern va un paso más allá y decide disminuir un 50% las retribuciones en concepto de productividad variable (DPO), uno de los complementos salariales con más peso en la nómina del colectivo médico.

Se trata de un atentado irracional contra la política de incentivos que el propio ICS instauró con la reforma salarial de 2002, ya que, paradójicamente, se castiga al facultativo que más se esfuerza para mejorar los resultados de la empresa, en función de unas directrices marcadas por el ICS.

No es de recibo que los profesionales que han situado la sanidad catalana en los niveles más altos de calidad asistencial y que la han convertido en un referente mundial de primer orden, ahora sean maltratados por la Administración de una forma tan evidente.