Metges de Catalunya (MC) reprocha al Departament de Salut su "inacción" ante el aumento significativo de la demanda de apoyo psicológico entre el colectivo médico en particular y el personal sanitario en general, después de dos años de pandemia de COVID-19 y del deterioro persistente de las condiciones de trabajo, junto con la falta de reconocimiento social.
“Hemos estado reclamando sistemáticamente mejoras en las formas de realizar el trabajo y en los sistemas de protección y ayuda para poder identificar el sufrimiento de los profesionales, pero, como siempre, el Govern y los diferentes proveedores de salud se lo han mirado desde la distancia, sin poner en marcha acciones reales para intentar solucionar los problemas planteados”, describe el vicesecretario general del sindicato, David Arribas, quien añade que “no hay ningún plan de futuro, solo palabras vacías y repetidas desde hace más de una década”.
El resultado de esta pasividad institucional es que más de la mitad de los profesionales de la salud de Catalunya (54%) han acudido ya a servicios de salud mental o se plantean hacerlo (15%), según una encuesta reciente de la Fundació Galatea, entidad vinculada al Consell de Col·legis de Metges de Catalunya (CCMC). Se trata de una demanda, ya sea real o potencial, que duplica la que existía en verano de 2020 (25%), poco después de la primera ola.
Personal médico
El estudio, desarrollado en otoño del pasado año, pone de manifiesto que la mayoría de los indicadores de salud analizados a siete colectivos profesionales del ámbito de la salud (medicina, enfermería, odontología, farmacia, psicología, veterinaria y trabajos sociales) siguen empeorando o se mantienen y, en ningún caso, se recuperan los niveles anteriores a la pandemia.
Así, se observa la consolidación de las largas jornadas laborales y el elevado incremento de las cargas de trabajo. Un 49% del personal médico trabaja más de 40 horas semanales y un 57,9% asegura que se ha tenido que adaptar a cambios en el puesto o funciones de trabajo.
Solo un 38,6% se siente reconocido por la sociedad y un 36,9% por sus equipos directivos. Por el contrario, los facultativos y las facultativas sí se sienten valoradas por el resto de plantilla y por los pacientes.
En cuanto a las repercusiones directas de la COVID-19 en la salud, un 31,7% de los profesionales diagnosticados con coronavirus SARS-CoV-2 manifiesta tener algún tipo de secuela (5,5% del total de profesionales), sobre todo el colectivo médico y enfermero. Los problemas derivados de esta afección son diversos, pero los más frecuentes son cansancio, pérdida de memoria, dolor muscular, caída de cabello, cefaleas y disnea.
La suma del empeoramiento de las condiciones laborales, el incremento de la carga de trabajo, la presión psicológica, la falta de reconocimiento social y los efectos de la COVID-19 sobre la propia salud ha acabado teniendo consecuencias sobre las perspectivas de futuro. Uno de cada tres profesionales de la medicina se ha llegado a plantear dejar el ejercicio médico, aunque mayoritariamente afirma que no lo hará. Otra opción también suficientemente indicativa de esta situación es el adelanto de la jubilación, posibilidad que tiene en mente un 21,5% de los médicos y las médicas.