La secretaria del Sector Primaria ICS de Metges de Catalunya (MC), Elena Bartolozzi, ha vuelto a lanzar este miércoles un grito de desesperación por el deterioro del primer nivel asistencial, ante el avance imparable de la pandemia: "Estamos totalmente ahogados por la COVID-19 y el resto de los problemas de salud se resentirán. El drama es que estamos viendo enfermedades graves, como tumores, que diagnosticamos tarde. La función de la atención primaria es detectar pronto estas patologías para mejorar el pronóstico, el tratamiento y la calidad de vida del paciente, pero esto no lo podemos hacer. Estamos diagnosticando muy tarde", ha afirmado con preocupación durante una entrevista en La Xarxa.
"La situación es desastrosa –ha añadido– porque llevamos muchos años de recortes y hay una escasez total de profesionales para dar salida a la demanda sanitaria". A todo ello hay que sumar, según Bartolozzi, la nula respuesta proactiva por parte de los responsables sanitarios. "Estamos resolviendo la situación a golpe de whatsapp entre los equipos de primaria, porque la Administración va por detrás de la epidemia y nos tenemos que apañar como podemos para tratar de consensuar de qué manera hacer mejor las cosas con los pocos medios de que disponemos".
La representante sindical ha denunciado que, en todos estos últimos meses de pandemia, la plantilla médica de la atención primaria no se ha reforzado, a pesar de arrastrar una pérdida de 800 facultativos en los últimos 10 años por culpa de los recortes. "Al contrario –ha puntualizado– nos han quitado profesionales para atender las residencias geriátricas, los hoteles salud y reforzar los hospitales".
Por su parte, la delegada de MC en el Baix Llobregat y médica de familia en el CAP Ramona Via, de El Prat de Llobregat, Sílvia Membrilla, ha descrito con crudeza el día a día en los centros: "Es una situación dramática, como si estuvieras en un edificio en llamas y no pudieras salir".
En declaraciones al diario El Far, ha explicado que las jornadas laborales son estresantes, circunstancia que obliga a los profesionales a trabajar a "120 revoluciones por minuto". "Ni siento ni padezco. A veces, a las 12.30 horas me doy cuenta de que no he ido al baño y que ni siquiera me he tomado un café –ha relatado–. Actúo con raciocinio. Pero esto puede ser peligroso, porque nos aislamos de nosotros mismos, anestesiamos nuestras sensaciones y necesidades básicas. Cuando llego a casa, necesito desconectar de todo, quiero silencio y soledad. Pero tengo que tirar con la otra parte de mi vida, que también existe. Porque nosotros también somos madres, padres, hermanos o tíos”.
La avalancha de visitas no presenciales, la mayoría de las cuales telefónicas, pone al límite estos facultativos de atención primaria que lo están dando todo, sin interrupción, desde el inicio de la pandemia. "No podemos aguantar más. Nosotros también vamos a caer enfermos", ha advertido a Economía Digital la también delegada de MC y médica de familia en el CAP Igualada, Susana Juan, que se ha quejado, además, de la precaria infraestructura tecnológica de los centros.