El Departamento de Empresa y Trabajo ha presentado este miércoles la nueva Estrategia Catalana de Seguridad y Salud Laboral 2021-2026 en una jornada dedicada a analizar los retos en materia de riesgos laborales del próximo lustro, marcado también por la pandemia que, como destacó el consejero de Trabajo, Roger Torrent, ha aumentado los accidentes laborales.
El diálogo social y la mejora de los recursos destinados a la promoción de la seguridad en el trabajo son dos de los objetivos prioritarios del plan que ha señalado Torrent, juntamente con la voluntad de prestar más atención a las enfermedades profesionales, los cambios demográficos, los trastornos musculoesqueléticos y los riesgos psicosociales.
Precisamente, estos últimos son los que menos se valoran por parte de las empresas, puesto que sólo el 6% de las actividades preventivas se orientan a este tipo de riesgos. Por este motivo, Treball también quiere ayudar a las empresas e Inspección de Trabajo a mejorar las normas de salud y seguridad laboral.
Y es que, según los datos de la Encuesta de Calidad y Condiciones de Trabajo del Consejo de Relaciones Laborales de Cataluña, los segundos riesgos por exposición más prevalentes son los psicosociales, asociados a factores como la necesidad de trabajar muy rápido, con plazos muy ajustados y en situaciones que desestabilizan emocionalmente a los empleados.
El teletrabajo también toma protagonismo en la Estrategia Catalana de Seguridad y Salud Laboral como nueva forma de organización que requiere medidas de evaluación y prevención de riesgos en el ámbito privado, así como un especial esfuerzo paragarantizar el derecho a la desconexión.
Perspectiva de género
Además de sus nueve objetivos estratégicos y operativos, el plan catalán de seguridad y salud laboral introducido un objetivo transversal de género con el fin de reducir las desigualdades y ofrecer mayor protección en los puestos de trabajo desde una perspectiva de género.
Por otra parte, tal y como ha demostrado la pandemia del coronavirus, los riesgos biológicos deben añadirse en las nuevas evaluaciones de riesgos, así como los derivados de las nuevas tecnologías y sus estructuras.