La crisis sanitaria de la COVID-19 ha agravado de una manera "extraordinaria" la situación límite que arrastra la sanidad catalana desde hace tiempo, debido a la escasez de recursos humanos, tecnológicos y de infraestructura, y esta fragilidad está pasando factura a todos los niveles asistenciales. Este es el diagnóstico que ha hecho este miércoles el secretario general de Metges de Catalunya (MC), Josep Maria Puig, ante el impacto profundo que está teniendo la pandemia sobre unas plantillas exhaustas.
"El sistema está totalmente deteriorado y solo se sostiene por la responsabilidad y el compromiso de los profesionales. Se demostró en la primera ola del coronavirus y ahora se volverá a evidenciar", ha subrayado durante una entrevista en La Xarxa. Pero la diferencia radica, según el dirigente sindical, en el estado anímico de la plantilla. Si a principios de año, los sanitarios estaban en una situación psicológica "relativamente soportable", ahora están "agotados".
Pese a ello, ha querido lanzar un mensaje de esperanza: "La profesionalidad que hemos demostrado durante mucho tiempo no desaparece de un día para otro". Sin embargo, se ha mostrado muy crítico con la gestión de los responsables sanitarios y, en especial, con la Conselleria de Salut: "Nos sentimos totalmente despreciados. Nos han dejado hablar, nos han escuchado, pero no nos han hecho ni el más mínimo caso".
Para Puig, el mal principal de la sanidad catalana es la falta asfixiante de personal y los pronósticos de futuro no son muy alentadores. En los próximos 15 años se jubilarán más de 12.000 facultativos actualmente en activo, sin que, de momento, se esté planificando cómo se hará el relevo generacional necesario. En un principio, podría parecer que el ritmo actual de formación de especialistas en Catalunya por la vía MIR –más de 1.000 profesionales al año– compensaría esta jubilación masiva, pero la realidad es otra. "Nos hemos convertido en una fábrica de exportación de profesionales, habiendo pagado todos los costes del proceso formativo", ha argumentado, en referencia a la fuga del talento médico. "Cuando los médicos residentes terminan su formación, les ofrecemos unas condiciones de trabajo absolutamente indignas y eso hace que muchos de estos jóvenes facultativos, con buena preparación, marchen a otras comunidades autónomas o a Europa".
Ante esta carencia evidente de manos en la sanidad pública, Puig ha reclamado más medios para el sistema para volver a atraer el talento que se escapa y seducir a nuevos profesionales, pero ha reconocido que "arreglar ahora el destrozo realizado sistemáticamente a lo largo de los últimos 10 años es muy difícil ". "Estamos pagando los pecados de muchos años de recortes", ha concluido.