Medicina sin médicos

50 años atrás, en 1964, Bob Dylan cantaba The Times They Are A- Changin' (Los tiempos están cambiando). Entonces, como ahora, el mundo vivía años convulsos: agitación social y cambios estructurales que anunciaban una nueva etapa de la existencia humana. Los cambios no son siempre negativos o positivos sino que dependen del contexto que los provocan y los efectos que acaban produciendo.

En el ámbito de la salud, las medidas transformadoras se han materializado en forma de recortes. Un 20 % menos de presupuesto sanitario en sólo tres años, una reducción del 30% del sueldo de los profesionales y el despido de cientos de trabajadores de la salud. Pero el camino de los recortes se encuentra agotado y, además, genera un rechazo social que se traduce en penalización política, como se comprobó en las últimas elecciones al Parlament de Catalunya. Así pues, la estrategia para provocar el cambio del modelo de sanidad, avanza ahora por la aplicación de medidas menos evidentes pero que en su conjunto provocan un debilitamiento del sistema sanitario público. Son medidas que, analizadas individualmente, pueden ser interpretadas en clave de progreso, pero que sumadas certifican el viraje pretendido por los poderes político- económicos: una sanidad pública de mínimos, una medicina sin médicos que acaba potenciando el mercado de los seguros y ahuyentando los pacientes del sistema público, sobre todo por causa de las extensas demoras.

La clave del cambio de este nuevo modelo asistencial low cost se encuentra en proveer a la sociedad de una cobertura pública raquítica en recursos y en calidad. En este objetivo, el médico ejerce un rol prescindible y costoso. Disminuir las funciones de los médicos para reducir a continuación el número de profesionales, es una medida estratégica. Así, decisiones como la delegación de responsabilidades por medio del que se conoce como 'gestión de la demanda' (la asignación de competencias médicas al personal de enfermería), el fomento de la telemedicina, ejercida también por profesionales no médicos, el incremento de las visitas no presenciales, la instauración del Programa del Paciente Experto (fomento de la autorresponsabilidad y el autocuidado del paciente) o del programa de tratamiento de los pacientes con enfermedad crónica avanzada (MACA) son instrumentos que persiguen un cambio de modelo a través de la reducción del número de visitas para, en última instancia, justificar la reducción de la dotación de los "costosos" profesionales médicos.

Sin embargo, no planteamos una oposición sistemática a las medidas que representan una evolución adaptativa de la prestación sanitaria a la realidad social y al progreso tecnológico. Pero sí creemos que antes de implementar cualquier medida es imprescindible, especialmente en el ámbito de la salud, la validación de su eficiencia en los factores clínicos, en el cumplimiento del irrenunciable código deontológico y en la seguridad de las garantías legales.

Las funciones de los profesionales de la salud se encuentran perfectamente delimitadas en la Ley de ordenación de las profesiones sanitarias (LOPS) de 2003. No es la primera vez que desde Metges de Catalunya (MC) se reclama la aplicación de lo que prevé la LOPS en cuanto a las competencias profesionales, el trabajo en equipo y la delegación de tareas. De la misma manera, hay que ser muy escrupuloso en las cuestiones referidas al derecho a la intimidad del paciente, la confidencialidad y el consentimiento informado recogidas en la Ley sobre los derechos de información concerniente a la salud y la autonomía del paciente, y la documentación clínica.

Si el diagnóstico y el tratamiento de las patologías son las líneas rojas del traspaso de competencias médicas hacia otros profesionales sanitarios, los derechos del paciente son el elemento más sensible en cuanto a su protección frente al amplio abanico de posibilidades que ofrecen los recursos telemáticos en la prestación de la asistencia.

Y en esta reclamación, los Colegios Oficiales de Médicos no pueden eludir su responsabilidad de control y vigilancia del correcto desarrollo profesional y del rigor deontológico en el ejercicio de la medicina. Desde el sindicato así se lo hemos pedido y seguiremos insistiendo para que se mantengan firmes en la defensa de las competencias médicas, el secreto profesional, el trabajo de calidad y la dignidad del médico.