Desde el pasado 14 de junio, Metges de Catalunya (MC) cuenta con una nueva dirección. De los seis cargos que forman la junta sindical actual, cinco los ocupan personas que nunca habían formado parte de la cúpula de la organización. Así, se trata de una dirección renovada y rejuvenecida, paritaria en hombres y mujeres, y equilibrada en la representación de los diferentes sectores de la sanidad pública y concertada.
El sindicato médico quiere que esta nueva etapa sea también la de la implantación de un nuevo modelo de gobernanza y de estrategia de actuación sindical. En cuanto al gobierno interno y la forma de ejercerlo, los actuales mandatarios abogan por una dirección colegiada y transversal, que incorpore la voz y la voluntad de los sectores profesionales y las asambleas territoriales en que se estructura la organización, para que la necesaria pluralidad interna se transforme en decisiones y planteamientos unívocos que fortalezcan la institución ante sus interlocutores.
Del mismo modo, hoy en día ninguna organización con proyección pública se puede entender sin transparencia y dinámicas operativas escrupulosamente democráticas. En este sentido, el sindicato se dotará de los mecanismos de participación y de las soluciones tecnológicas necesarias para abrirse de par en par sus afiliados.
Respecto a la vertiente estratégica, MC quiere abrir un ciclo de negociaciones con la Administración y el resto de agentes del ámbito sanitario con el objetivo de encontrar fórmulas de acuerdo que permitan establecer una relación win-win. El sindicato sigue reivindicando el convenio médico como el mejor instrumento para hacer tangible este marco de entendimiento bilateral que, para las instituciones públicas y las empresas sanitarias, se debe visualizar como una alianza en pro de la eficiencia y la calidad del sistema público de salud, de la mano de los profesionales que mejor lo conocen y más soluciones de sostenibilidad pueden aportar. Mientras que los facultativos deben sentirse reconocidos y respetados en un pacto que plasme la singularidad del colectivo médico, sin que ello deba suponer ningún perjuicio para los legítimos derechos del resto de profesiones sanitarias.
Pero la prioridad inmediata pasa por la recuperación de todo lo que la crisis se llevó. Los golpecitos en la espalda y los halagos de políticos y gestores respecto al "esfuerzo realizado por los trabajadores de la salud", se agradecen y reconfortan, pero, siguiendo el mismo tratamiento aplicado para hacer frente a las dificultades económicas, ahora conviene austeridad en las palabras y generosidad en los hechos.
La inestabilidad y la precariedad laboral de muchos facultativos (especialmente de los jóvenes), la insuficiencia de las plantillas y los sueldos recortados, no pueden ser la moneda de cambio de la sostenibilidad de nuestro sistema. La calidad y los buenos resultados de la sanidad catalana no pueden ligarse a la tensión de un colectivo que rinde más y mejor que sus homólogos foráneos, pero que son peor tratados y retribuidos.
Si ahora y en el futuro queremos seguir teniendo la mejor sanidad, con los mejores médicos, la mejora de las condiciones en que se ejerce la profesión médica en Catalunya es insoslayable.