Todavía no ha llegado el frío de invierno y medio planeta corre el riesgo de engriparse del virus del alarmismo. La irrupción de la gripe A ha generado una ola informativa global que ha actuado de caja de resonancia, amplificando el temor colectivo ante un nuevo agente infeccioso.
La expansión del virus H1N1 (más benigno que el de la gripe común, según los expertos) ha puesto en estado de alerta a las administraciones sanitarias y a los organismos internacionales de salud, en medio de una preocupación social creciente.
La mejor vacuna contra esta inquietud es, sin duda, la transparencia informativa, la planificación sanitaria, la pedagogía preventiva y la responsabilidad ciudadana a la hora de limitar la propagación del virus y de hacer un buen uso de los servicios sanitarios para evitar el colapso del sistema.
En definitiva, hay que gestionar la enfermedad desde la normalidad y con la seguridad que la plantilla médica demostrará, una vez más, su profesionalidad y su compromiso con la salud de los pacientes.