El Grupo de Trabajo de Violencia Machista de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC) presentó en mayo el documento Abordaje de la violencia sexual en la Atención Primaria, una guía para ayudar a los profesionales del primer nivel asistencial a atender a las víctimas de este tipo de violencia. Ante la falta de protocolos sobre este ámbito en Cataluña, el grupo ha elaborado este escrito para proporcionar unas pautas sencillas y rápidas de leer para que todos los médicos y médicas dispongan de las herramientas necesarias para detectar y tratar este tipo de violencia, sin juzgar ni culpabilizar a la víctima.
Metges de Catalunya (MC) ha querido hacerse eco de esta guía, la cual considera “indispensable” para todo el personal facultativo de atención primaria, y ha entrevistado a las médicas de familia Pilar Babi y Carolina Calero, dos de sus autoras, que celebran la reciente publicación de la versión en castellano de la guía y su próxima traducción también al francés.
¿De dónde surgió la idea de elaborar esta guía?
Carolina: Se ha creado en respuesta a las dudas trasladadas por las asistentes a una jornada sobre la atención de la violencia sexual que organizamos a finales de 2022 desde el Grupo de Trabajo de Violencia Machista de la CAMFiC. Nos trasladaron muchas dificultades a las cuales tenían que hacer frente para tratar este tipo de violencia y pensamos que les debíamos un documento que recogiera las respuestas a todas estas cuestiones y que sirviera para ayudar también al resto de profesionales.
¿Qué dificultades os habéis encontrado durante el proceso?
Pilar: La principal dificultad ha sido que, aunque en los últimos años se ha avanzado mucho en el abordaje de la violencia sexual, estos progresos tienen una mirada muy hospitalcentrista. Se ha avanzado en el tratamiento de casos con unas características muy concretas, como el de las agresiones en la vía pública o del ámbito privado, pero sin una esperable repetibilidad. En cambio, hay todo un abanico de agresiones que se dan en el entorno familiar o conocido, que son las más frecuentes y las que cuestan más de detectar. Estas a menudo tienen unas consecuencias en la salud de la víctima a corto y largo plazo que difícilmente se ven en las urgencias del hospital, y no existían recomendaciones para tratarlas.
En 2009 el Departamento de Salud publicó el Protocolo para el abordaje de la violencia machista en el ámbito de la salud en Cataluña, pero de esto ya hace 15 años. ¿Qué tiene de diferente vuestro escrito?
Carolina: Efectivamente, han pasado 15 años desde este protocolo y ha habido muchos cambios desde entonces que no están recogidos. La sociedad y las leyes han cambiado y hace falta actualizarlo. De hecho, yo participo en la revisión del documento que se ha empezado a hacer recientemente, pero creemos que el Govern se tiene que implicar más.
Pilar: Sin embargo, creemos que era necesario que las profesionales de la salud, que somos las que tenemos los conocimientos sobre este tema y las que nos encontramos frente a frente con estas mujeres, teníamos que dar respuesta a estas dudas. Por eso hemos querido crear un instrumento de ayuda que sea práctico y que sirva de guía para todos los profesionales de la atención primaria, dejando muy claro y protocolizado lo que hay que hacer y lo que no en estas situaciones.
¿Es muy frecuente recibir pacientes que sean o puedan ser víctimas de esta violencia?
Carolina: Lamentablemente, atendemos muchas más víctimas de lo que probablemente se cree. Todos los profesionales de la atención primaria han recibido o recibirán alguna vez en su consulta a una paciente víctima de algún episodio de violencia sexual. Por eso es tan importando que los médicos y médicas dispongamos de las herramientas necesarias para enfrentarnos a ello, puesto que estas mujeres pueden desarrollar numerosas patologías a consecuencia de esto.
¿Cuáles son estas consecuencias?
Carolina: Este es uno de los puntos de la guía que consideramos más importantes, puesto que la violencia sexual es un problema de salud pública y sus consecuencias en la salud de las personas que la sufren pueden ser devastadoras. Y es que no solo tienen efectos sobre la salud física –como es el caso de las enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, aumentos del riesgo de obesidad, de hipertensión arterial o de diabetes, entre otros–, sino que también tienen sobre la salud psicológica –intentos de suicidio, trastornos por estrés postraumático, depresión, ansiedad, etc.–.
En la guía también hay un apartado dedicado especialmente a la atención a niñas, niños y adolescentes.
Pilar: Sí, ya que tenemos una responsabilidad muy importante a la hora de enfrentarnos a un menor que ha sufrido violencia sexual, puesto que debemos tener la capacidad de decidir si es lo suficientemente maduro o no para afrontar una situación de este tipo y no tenemos el tiempo necesario para hacer estas valoraciones. Por eso, el objetivo de este apartado del documento es ponerlo algo más fácil a la hora de saber cómo actuar.
Carolina: Exacto. De hecho, ha sido una de las mayores dificultades, tanto por la parte médica como por la legal, puesto que no tenemos tanta experiencia con los menores. Nos hemos tenido que informar mucho más, pero creo que ningún documento es tan exhaustivo como este, ya que ayuda al profesional a perder el miedo y a hacerlo más fácil.
¿Cómo es la formación que se da a los profesionales sobre el abordaje de la violencia sexual y machista?
Pilar: La formación en violencia machista es obligada por ley desde el año 2004 y cada comunidad autónoma debe gestionarla. Evidentemente, esta no es nula, pero estamos muy lejos de que se dé la necesaria de forma sistemática. Por lo tanto, la formación en este ámbito varía mucho en función del interés que tenga cada médico y médica, y esto es injusto para el paciente.
Carolina: Sabemos que, en general, los compañeros y las compañeras quieren formarse y que últimamente han ido apareciendo algunas formaciones sobre este tema, pero hay otras prioridades marcadas por Salud. Por lo tanto, creemos que se necesita una estrategia de departamento, que se hagan formaciones específicas y con más frecuencia, desgranándola en niveles de complejidad y con una obligatoriedad establecida.
Como médicas de familia, ¿cuál ha sido vuestra experiencia en cuanto al tratamiento de estos pacientes a lo largo de vuestra trayectoria profesional?
Pilar: Es probable que en algún momento no haya tratado de manera adecuada a algún paciente o que no haya sabido detectar que era víctima de violencia sexual, pero participar en la elaboración de esta guía me ha abierto mucho los ojos y sé que ahora lo haría mejor.
Carolina: Yo también estoy convencida de que se me habrán pasado por alto algunos casos y me sabe mal. Ahora, después de la guía, no sé si he podido detectar más o menos, pero sí que hago un tratamiento diferente, sobre todo con la intervención de qué hacer y qué no hacer. He cambiado mis preguntas y respuestas, aprovecho mucho más la primera visita con la persona, he perdido el miedo y he dejado de lado muchos tabúes. Además, ahora trasladado también mis conocimientos a las compañeras, y es que esto es responsabilidad de todas, por eso insisto mucho en pedir que todo el mundo lea la guía y la tome de referencia.
De momento está teniendo muy buen recibimiento y está llegando a mucha gente. ¿Qué tenéis pensado hacer a partir de ahora?
Pilar: Sí. Estamos muy contentas porque se acaba de publicar la versión en castellano y se está traduciendo también al francés. Nuestra voluntad es mantener viva esta guía e irla actualizando a partir de los cambios que vayan surgiendo, así que estaremos atentas.