De todas las consecuencias derivadas de los recortes sanitarios, la más evidente y la que más sufren los ciudadanos es el incremento exponencial de las listas de espera para acceder a una intervención quirúrgica programada. Empezamos el 2014 con más de 181.000 personas en Catalunya esperando para ser operadas, casi 30.000 más que en 2010. Desde el primer presupuesto recortado, el de 2011, las listas crecen a un ritmo de más 9.000 pacientes por año. Nos encontramos ante un problema de primer orden en el que no valen los paños fríos.
Pero la situación es aún peor si se tiene en cuenta que los datos oficiales maquillan la realidad de manera que permiten presentar unas cifras de pacientes en espera menores a las reales. La picaresca y las medias verdades son prácticas comunes y forman parte del criterio de cálculo que, entre otras cosas, obvia la existencia de la lista de espera para entrar a la lista de espera.
Las listas de espera están presentes en todos los sistemas públicos de salud, eso lo sabe todo el mundo, pero las cifras de demora actual son totalmente inadmisibles. Así lo entiende también el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, que ha advertido de que el 30% de las reclamaciones de usuarios que recibió Salut a lo largo de 2013 estaban relacionadas con las listas de espera. El defensor pide que se adopten medidas para evitar que se superen los tiempos máximos para los 14 procedimientos quirúrgicos garantizados.
La infrafinanciación de la sanidad catalana -muy por debajo de la media europea y estatal- es secular y ha provocado una acumulación de actividad quirúrgica no realizada que se ha convertido estructural. Dejar de hacer ha sido una estrategia reiterada para evitar incrementar el déficit en un sistema sanitario que recibe menos de lo que necesita desde las primeras transferencias en materia de sanidad. Incluso en el año que Salut disfrutó del mejor presupuesto de la historia de la Generalitat (2010) ya existían 150.000 enfermos en lista de espera. El recorte del 16% del presupuesto sanitario en los últimos cuatro años ha agravado el problema hasta extremos inaceptables.
Los recursos de que dispone actualmente la sanidad catalana, 1.095 euros per cápita, describen un panorama de insuficiencia asistencial que profesionales, políticos y sociedad en general deberíamos reconocer como incapaz de alcanzar un nivel de actividad que cubra la demanda sanitaria real. Cualquier planteamiento de solución efectiva pasa por aportar más recursos al sistema.
Mientras Salut y el Govern de la Generalitat continúen diseñando planes de choque para reducir las las listas de espera sin incrementar la financiación global de la sanidad pública, los efectos serán efímeros, transitorios y supondrán poco más que un trasvase de recursos de acuerdo con nuevas priorizaciones. El gasto, los tiempos de quirófano y camas invertidas en estas nuevas prioridades se detraerán de otras indicaciones igualmente necesarias.
Para solucionar la crisis de las listas de espera quirúrgicas es impepinable aportar más recursos al sistema. Así pues, el Govern debe inyectar recursos económicos de forma inmediata y abrir todos los quirófanos y camas hospitalarias que se encuentran cerrados como medida de ahorro.
Además, hay que romper la paradoja incomprensible que mientras se restringe el uso de los recursos públicos, la propia Administración contrate actividad quirúrgica en la sanidad privada para resolver las listas de espera generadas por este método de ahorro. Se debe exigir a Salut que dirija los recursos destinados a contratar actividad privada a reabrir los servicios cerrados.
En paralelo, se debe revisar de arriba abajo el modelo de acceso a las intervenciones quirúrgicas programadas de manera que se sitúe el criterio clínico y social por encima de cualquier otro factor a la hora de decidir la priorización de las operaciones y el tiempo máximo que un paciente puede esperar. Hay que denunciar con valentía fórmulas arcaicas de priorización, sin ningún fundamento médico, como la existencia de 14 procedimientos con tiempo de garantía que obligan a pasar por delante la fimosis, aunque sean por motivos religiosos, sobre intervenciones más necesarias y trascendentes para la calidad de vida de las personas.
Finalmente, hay que poner fin a la picaresca y a la creatividad estadística y definir parámetros inequívocos de evaluación como el tiempo medio de espera para recibir el alta quirúrgica o el total de pacientes en lista de todas las especialidades. Todos los pacientes deben contabilizarse desde un registro único y centralizado al que se accede desde el mismo momento en que el especialista realiza la indicación quirúrgica pertinente. Y es necesario que el paciente esté en todo momento informado de su situación en la lista.