El exceso de optimismo del Departament de Salut en las previsiones de reducir en un año las listas de espera de la sanidad pública catalana ha topado bruscamente con la realidad. A finales de marzo de 2018, cuando se cumplían 12 meses de la puesta en marcha del plan de choque impulsado por el exconseller de Salut, Antoni Comín, el número de pacientes que esperaban para ser intervenidos quirúrgicamente era de 164.103, un escaso 0,4% menos que a finales de 2016. De todas formas, este porcentaje aún está muy lejos de la reducción prometida del 10%.
Con una partida extraordinaria de 57 millones de euros, Comín se fijó dos objetivos más dentro del programa de contingencia de las listas de espera: disminuir un 50% las demoras para las primeras visitas al especialista y otro 50% el tiempo de espera medio para las pruebas diagnósticas. Pues bien, según los últimos datos disponibles en la web del Servei Català de la Salut (CatSalut), en el último año se ha conseguido rebajar solo un 37,5% la espera para visitar el especialista, que ha pasado de 152 a 95 días. En este caso, los pacientes esperan menos, pero, en el último trimestre de este año, la gente en lista de espera ha crecido hasta las casi 440.000 personas.
Respecto a las demoras para someterse a una prueba diagnóstica, la espera se ha reducido un 42,3%, porcentaje que se acerca al 50% prometido por Comín. A finales de 2016, un paciente tenía que esperar 85 días de media para hacerse una prueba diagnóstica y ahora, 49 días. Sin embargo, el número de personas que están en lista de espera para pruebas diagnósticas también ha crecido en los últimos tres meses, en concreto un 12,7%.
Metges de Catalunya (MC) ya preveía a principios de este año que difícilmente se podrían alcanzar los objetivos marcados por Salut, si no se inyectaban más recursos en el sistema, y, en ese momento, recalcaba que la situación no era peor gracias al compromiso y sobreesfuerzo que están haciendo los médicos y las médicas, así como el resto del personal sanitario.