El próximo mes de marzo se conmemorará el 30 aniversario de la aprobación de la reforma de atención primaria de salud en Catalunya. El 21 de marzo de 1985, el Govern de la Generalitat articuló la norma que reformó el primer nivel asistencial catalán. Poco a poco, se ha ido desplegando territorialmente un sistema de atención integral, biopsicosocial, de proximidad, para hacer frente a todas las necesidades básicas de la población asignada, desde la prevención y la promoción de la salud hasta la rehabilitación, integrando y coordinando todo el personal de atención primaria, incluyendo cuidados de enfermería, asistencia médica y odontológica.
Transcurridas estas tres décadas, en las que cambios de todo orden (socioeconómicos, tecnológicos, demográficos, etc.) han transformado la sociedad catalana y sus necesidades asistenciales, la Fundació Metges de Metges de Catalunya (MC) ha propuesto a la comunidad médica y facultativa una 'parada técnica' para analizar, desde la perspectiva profesional, la situación de la atención primera y proponer las mejoras que deben permitir resolver los déficits y afrontar los retos de futuro del núcleo de nuestro sistema sanitario.
Con este objetivo analítico, el "Simposio de Facultativos de Atención Primaria a 30 años de la reforma", celebrado el pasado 12 de febrero en el Col·legi Oficial d’Odontòlegs i Estomatòlegs de Catalunya (COEC), ha reunido por primera vez a los principales especialistas médicos de los equipos de atención primaria. Más de 150 facultativos, entre los cuales médicos de familia, pediatras y odontólogos, han participado en una jornada de primer nivel, que ha contado con ponentes de reconocido prestigio como Amando Martín Zurro, profesor asociado del Departamento de Medicina de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y autor de la obra 'Atención Primaria', auténtica referencia en lengua española de la atención primaria y la medicina de familia; personalidades destacadas del sector como Joan Gené, profesor asociado del Departamento de Salud Pública de la Universitat de Barcelona (UB) y ex director de la División de Atención Primaria del Institut Català de la Salut (ICS), así como los máximos representantes de las sociedades científicas vinculadas a la atención primaria catalana. Y por la vertiente política, el secretario de Participación Social y Local en Salud del Departament de Salut, Francesc Sancho, que cerró el acto destacando el rigor de la radiografía y la calidad del diagnóstico efectuado por las 13 ponencias que se presentaron durante el acto.
Desgraciadamente, los problemas no son nuevos ni desconocidos por la mayoría de profesionales médicos de AP. La crisis económica y su respuesta política – el adelgazamiento de los servicios públicos y del gasto social- los han agravado hasta el extremo de dejar el primer nivel asistencial en estado de agonía.
El primero de estos problemas es la infrafinanciación crónica que sufre la AP catalana. Paradójicamente, se invierte menos ahora que en 1985, antes de la reforma. Entonces, la atención primaria era la segunda partida de la sanidad pública, justo después de la atención hospitalaria. Ahora es la tercera partida en gasto, tras el presupuesto destinado a la farmacia ambulatoria. En las mejores cuentas de Salut de la historia (2010), la AP reportó un máximo del 18,4% de gasto, mientras que en 2015 el presupuesto para el primer nivel representa el 17,5% del gasto.
Durante el discurso inaugural del Simposio, Martín Zurro, de manera muy acertada, pidió que la AP pase de ser una prioridad declarativa a una prioridad operativa, introduciendo cambios tangibles en organización y recursos. Es decir, avanzar hacia la mejora presupuestaria real.
El prefijo infra- vuelve a aparecer en el segundo problema orgánico de la AP, la infradotación humana. En cuatro años de recortes, según datos del Plan de ordenación de recursos humanos del ICS, Primaria ha perdido más de 1.000 facultativos y los sustitutos (eventuales e interinos) casi han desaparecido de los CAP.
Como consecuencia, más presión asistencial y más sobrecarga laboral que, indefectiblemente, afecta al rendimiento profesional y provoca una notable insatisfacción que se traduce en una sensación generalizada de maltrato por parte de la Administración y las empresas de salud. En este sentido, la mayor parte de las encuestas de satisfacción laboral presentan unos resultados negativos y los índices de burnout entre los facultativos de AP son preocupantes en todos los estudios publicados. Una encuesta elaborada por el Diario Médico el año pasado concluye que el 94,42% de los médicos encuestados (500 de todo el Estado) considera que la AP está maltratada, ya que la Administración aplica una visión hospitalocentrista del sistema sanitario en el reparto de recursos asistenciales.
El pesimismo y la desmotivación llegan también a las nuevas generaciones de médicos. Las plazas de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC) son, desde hace años, las menos solicitadas y las últimas que quedan por elegir. En el MIR 2014, la primera plaza de MFyC en ocuparse fue la número 80. Y los residentes que eligen la especialidad, una vez la terminan, son los que más emigran a otros países, seguidos de los pediatras y los anestesistas.
La situación es preocupante pero no irreversible. El primer paso es, como en cualquier patología, reconocer el problema y aplicar soluciones. En este caso la solución pasa por incrementar los presupuestos destinados al primer nivel asistencial, tanto el gasto per cápita en salud pública como en el porcentaje del presupuesto sanitario dedicado a la AP.
El siguiente paso es restaurar la plantilla de médicos de cabecera, pediatras y odontólogos (sólo se ha cubierto la mitad de las plazas de dentista proyectadas en 1985) y volver a las ratios óptimas de 1.500 pacientes por médico de familia y 1.200 por pediatra.
Detener la sensación de maltrato laboral y profesional que perciben los facultativos y establecer fórmulas de participación directa de los profesionales en la gestión de la AP para recuperar la motivación y la ilusión también se encuentran en la agenda de deberes de la Administración de cara a una nueva reforma que sitúe definitivamente la atención primaria en el epicentro del sistema.