Los sectores profesionales de atención primaria pública y concertada de Metges de Catalunya (MC) han lanzado un grito de alerta a la administración sanitaria catalana por la situación del servicio de atención a la salud mental del primer nivel asistencial. Los responsables sindicales de estos sectores han entregado un documento titulado "Consideraciones sobre la atención a la salud mental en el ámbito sanitario de Atención Primaria" al Instituto Catalán de la Salud (ICS), al Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) y al Departamento de Salud, en el que radiografían el estado de este servicio en los centros de atención primaria (CAP) y aportan propuestas para optimizarlo, la principal de las cuales es la incorporación de más psicólogos clínicos en los equipos asistenciales.
La incidencia de las patologías de trastorno mental en la atención primaria se ha agudizado a raíz de la pandemia, pero ya era una tendencia creciente mucho antes de la actual crisis sanitaria. En este sentido, MC ha recordado que desde el año 2007 se ha aplicado el Plan Director de Salud Mental y Adicciones que ha incrementado la plantilla de profesionales de psicología y psiquiatría en algunos CAP. Con todo, según el sindicato, el plan se ha desarrollado de manera desigual por el territorio y en su implantación no se han tenido en cuenta las características socioeconómicas de las poblaciones de referencia, determinantes a la hora de analizar la prevalencia de las enfermedades mentales.
Así las cosas, la dotación de psicólogos y psiquiatras a la primaria sigue siendo insuficiente. Por este motivo, la organización ha reclamado que todos los CAP perciban la dotación económica prevista en el plan de apoyo a la atención primaria (PSP), garantizando que las medidas se ejecutan en todos los centros.
El análisis del sindicato también tiene en cuenta la situación global de la atención primaria, con carencias y problemas conocidos y reconocidos por todos los actores del sistema. La infrafinanciación; la sobrecarga de trabajo; la falta de tiempo en las consultas, las excesivas tareas administrativas y burocráticas o los conflictos de rol son algunos de los problemas que están repercutiendo también en la salud mental de los profesionales del sector, cada vez más afectados por el estrés y por el síndrome de agotamiento profesional (burnout).
En este contexto, el primer nivel asistencial "ha hecho frente al retraso diagnóstico de pacientes con patologías graves que han quedado ocultas detrás de la mediatización de la pandemia, y a una avalancha de personas con miedos y síntomas de ansiedad y depresión", según ha afirmado Carolina Roser, delegada de la organización en el CAP Doctor Barraquer de Sant Adrià del Besòs y una de las autoras del documento.
El hecho de que los CAP no cuenten con una dotación adecuada de psicólogos y psiquiatras ha provocado que los médicos de familia hayan tenido que asumir con más frecuencia los casos de pacientes con trastornos mentales leves o moderados, especialmente desde el inicio de la pandemia. Una realidad que para Roser "sobrepasa la capacidad de respuesta de los profesionales".
En este sentido, MC considera que el personal médico no cuenta con tiempo suficiente para hacer frente a las visitas con motivos psicosociales -estima que serían necesarios entre 20 y 30 minutos para consulta-, no está suficientemente formado y preparado en esta área y no puede añadir el servicio de atención psicológica en unas agendas asistenciales sobrecargadas de pacientes y visitas diarias.
Propuestas
Para mejorar la atención a la salud mental en los CAP, el sindicato médico ha incluido en el análisis algunas de sus propuestas que pasan por aumentar los recursos económicos y humanos de la atención primaria; promover una relación horizontal y equitativa entre las diferentes especialidades y niveles asistenciales; incorporar más psicólogos clínicos en los equipos; incrementar la presencia de facultativos en los órganos asesores y de planificación del Departamento de Salud; y poner en marcha políticas de educación sanitaria encaminadas a potenciar la capacidad de autocura y la responsabilidad de los pacientes para conseguir una desmedicalización progresiva de la población.