Un nuevo estudio del Centro de Investigación Demográfica de California (EEUU) ha advertido de una bajada en la esperanza de vida de la población mundial de casi dos años desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, pero Metges de Catalunya (MC) alerta que los recortes que sufre la sanidad pública desde hace más de una década también han jugado “un papel fundamental” en la disminución de este indicador.
Según el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), que registra datos de la esperanza de vida al nacer de los catalanes desde 1981, esta mantuvo una tendencia al alza hasta el 2015, cuando bajó por primera vez al pasar de los 83,35 años a los 83,20 –una pérdida de casi dos meses–. En 2016 se recuperó al subir a los 83,63 años, pero en 2017 volvió a decrecer hasta los 83,50. En 2018 aumentó de nuevo hasta los 83,58, aunque no se compensó la pérdida del año anterior. Finalmente, en 2019 remontó hasta los 84,01 años, la cifra más alta registrada hasta ahora, pero al año siguiente cayó en picado hasta los 82,40 años –un año y siete meses menos– a consecuencia de la COVID-19. Se trata de la más baja de los últimos tiempos desde el 2010, cuando fue de 82,20 años.
En este sentido, MC subraya que cuando se produjo la primera bajada de la esperanza de vida no había ninguna pandemia ni enfermedad que pudiera alterar este valor, de manera que solamente se puede considerar una consecuencia de los recortes en salud. Estos empezaron el año 2010, pero sus efectos no son inmediatos, sino que se van haciendo evidentes a medida que pasa el tiempo y que los pacientes se van quedando desatendidos por la falta de médicos.
De este modo, el sindicato considera que la tardanza de los efectos en las políticas de salud hace que los políticos no se sientan responsables directos de las consecuencias de sus decisiones, ya que no podrán ser medidas hasta pasados tres o cuatro años, una vez haya finalizado su mandato y no se les pueda reprochar nada. Así pues, los recortes, la falta de personal y los presupuestos de Salud “insuficientes” han derivado en un sistema sanitario público “precario” que es incapaz de soportar la elevada demanda ni ofrecer la misma calidad asistencial que hacía mejorar y prolongar la vida de los pacientes.
En consecuencia, MC insiste en la “necesidad de mejorar las políticas de salud” para contar con el personal necesario para atender a todos los pacientes, dedicar más rato a cada visita y, así, poder anticiparse a las enfermedades para tratarlas a tiempo. En esta línea, el sindicato urge a revertir los efectos de los recortes que se arrastran desde 2010, pues solo así se conseguirá dar respuesta a las necesidades asistenciales cambiantes de la población y garantizar un sistema de salud universal, equitativo y de calidad.